Dr. Miriam Orozco Velázquez

Es una enfermedad neurodegenerativa que se manifiesta como deterioro cognitivo y trastornos conductuales. Se caracteriza en su forma típica por una pérdida de la memoria inmediata y de otras capacidades mentales  a medida que mueren las neuronas y se atrofian diferentes zonas del cerebro. La enfermedad suele tener una duración media aproximada —después del diagnóstico— de 10 años, ​ aunque esto puede variar en proporción directa con la severidad de la enfermedad al momento del diagnóstico.

La enfermedad de Alzheimer es la forma más común de demencia, es incurable y terminal, y aparece con mayor frecuencia en personas mayores de 65 años de edad, ​ aunque también en raros casos puede desarrollarse a partir de los 40 años.

De los 12 millones de adultos mayores que hay en el país, alrededor de 800 mil presentan algún tipo de demencia y aproximadamente ocho de cada 10 con este problema es por Alzheimer, informó el especialista del Instituto Nacional de Geriatría, Adrián Martínez Ruiz.

De acuerdo con un comunicado de la Secretaría de Salud, Martínez Ruíz explicó que existen dos tipos de Alzheimer: el genético y el multifactorial. El primero se presenta en solo 5% de los pacientes y el segundo en el 95% restante. Este último se relaciona con enfermedades no trasmisibles como la diabetes o la hipertensión.

A medida que progresa la enfermedad, aparecen confusión mental, irritabilidad y agresión, cambios del humor, trastornos del lenguaje, pérdida de la memoria de corto plazo y una predisposición a aislarse a medida que declinan los sentidos del paciente.​ Gradualmente se pierden las funciones biológicas, que finalmente conllevan a la muerte. ​

El papel que juega el cuidador del sujeto con Alzheimer es fundamental, ​ aun cuando las presiones y la demanda física de esos cuidados pueden llegar a ser una gran carga personal.

El Día Internacional del Alzheimer se conmemora el 21 de septiembre, fecha elegida por la OMS y la Federación Internacional de Alzheimer, en la cual se llevan a cabo actividades en diversos países para concienciar y ayudar a prevenir la enfermedad.

El diagnóstico se basa primero en la historia y la observación clínicas, del profesional de la salud y la que es referida por los familiares, basada en las características neurológicas y psicológicas, así como en la ausencia de condiciones alternativas: un diagnóstico de exclusión.

Aceleradores de la enfermedad. Se consideran aceleradores las siguientes situaciones: Estrés familiar. Cambios bruscos en las rutinas diarias. Cambio a un domicilio nuevo y desconocido (como son las residencias de mayores). Otros factores médicos que actúan como factores de riesgo y que por tanto se deberían evitar o corregir cuanto antes, son los traumatismos craneoencefálicos y la depresión.

CÓMO PREVENIR

Centrándonos en cómo prevenir el Alzheimer, sabemos que lo que es bueno para el corazón, también lo es para el cerebro. Se calcula que adoptando unos hábitos de vida saludables se podrían prevenir casi uno de cada tres casos.

El ejercicio físico, la actividad cognitiva, las relaciones sociales y la dieta tienen un papel muy relevante en la salud de nuestro cerebro.

Existen estudios, realizados en países nórdicos, que han demostrado la disminución de la incidencia de demencia en personas mayores de 65 años que habían incorporado en su vida cotidiana prácticas de prevención para el control de los factores de riesgo cardiovascular.

Ernest Gruenberg, en referencia a esta cuestión, opina que:

«Para proteger el cerebro de las personas y su salud mental, deberíamos proceder con los mismos principios que se actúa para protegernos de las demás enfermedades, evitar lo que podamos evitar, curar lo que no podamos evitar y mitigar lo que no podamos evitar ni curar».

Estudios muy recientes demuestran que las personas que siguen una dieta mediterránea tienen menos riesgo de desarrollar deterioro cognitivo y enfermedad de Alzheimer; dietas con pescados, verduras, frutas y grasas vegetales, y empobrecerlas en calorías, grasas animales y saturadas.

Los estudios también parecen coincidir en que el consumo moderado de alcohol puede proporcionar cierta protección, pero hay que tener siempre presente que el exceso o abuso de alcohol supone un importante problema de salud. Las personas con más nivel educativo o con ocupaciones con mayores exigencias cognitivas, disponen de mayor reserva y muestran menos riesgo de demencia; una revisión muy reciente ha puesto de manifiesto que la estimulación cognitiva formal es capaz de disminuir el riesgo de demencia. Estudios epidemiológicos y de intervención también han mostrado que la actividad física y la actividad social son también factores protectores de demencia que habría que facilitar y fomentar. Consecuentemente, habría que evitar y corregir las contrapartidas de estos factores protectores, es decir, la inactividad mental, el sedentarismo y la soledad que, de hecho, se comportan como factores de riesgo.

10 TIPS PARA PREVENIR ENFERMEDAD DE ALZHEIMER

1.- Come poco pero come bien; bebe con moderación.

2.- Evita el tabaco y otros tóxicos.

3.- Mantén una actividad física moderada.

4.- Cuida tu salud: vigila y corrige los factores de riesgo, protégete la cabeza, evita la depresión.

5.- Huye de la soledad: asóciate, agrúpate, emparéjate.

6.- Nunca dejes de estudiar, o al menos de leer.

7.- Mantente informado de lo que pasa a tu alrededor.

8.- Diviértete; si es posible, en compañía.

9.- Ocupa tu tiempo libre; programa la jubilación.

10.- Ten siempre presente que: «Nunca es tarde para emprender ni para aprender».

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